
Me arrancaron un ojo por no convertirme al Islam
Mujlis Yusef Yajub dijo: Me arrancaron un ojo por no convertirme al Islam, en una triste historia como la de miles de cristianos en las zonas tomadas por ISIS.
«En cuanto entraron en el pueblo, nosotros escapamos», dice Loay Korkis, quien huyó con su familia de la ciudad asiria de Bartella hace una semana.
«Si llegamos a quedarnos media hora más, ya estaríamos muertos», dice.
Los Korkis – un clan de cincuenta personas – habían huido antes de Bagdad en 2006.
Entonces empezaron de cero, y ahora lo han perdido todo.
«Incineraron todo, nuestras casas, nuestras pertenencias. Irrumpieron en casa, tomaron lo que quisieron y todo lo demás lo quemaron», señalando unas bolsas de plástico negro. «Esto es todo lo que nos queda», lamenta.
Pero Mujlis Yusef Yajub perdió aún más. Solo tiene 35 años, pero luce de mucha más edad. El día que los yihadistas tomaron su pueblo, no tuvo tiempo de huir.
«Nos habían dicho que no sucedería nada, que no habría peligro, que no iban a venir hasta aquí. Pero cuando vieron que venían a atacar, los responsables en la autoridad nos abandonaron y huyeron».
Mujlis era el cuidador de la iglesia en el área. Él relata cómo los yihadistas comenzaron a agarrarlo a golpes mientras le hacían la exigencia que se convirtiera al islam.
Amenazaron con matar a su mujer y a sus hijas. «Cuando les dije que jamás lo haría, me arrancaron un ojo con un cuchillo», relata.
Lo llevaron luego a un edificio antiguo oficial que estaba abandonado y le arrojaron allí, lleno de sangre, sobre el suelo. Yajub cojea de una pierna severamente, consecuencia de las palizas que recibió durante su cautiverio.
A otras familias de su pueblo, los radicales les han impuesto un diezmo de 200 dólares por cabeza a cambio de «protección», por una ley llamada «dhimma» sacada del derecho islámico, pero que sirve en estos tiempos para financiar a las milicias yihadistas.
Desbordados
Las iglesias siriaca y ortodoxa están cooperando en la asistencia a los refugiados, pero los templos de Erbil están desbordados por la súbita llegada de tantas personas.
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