
Si no fuera por España no tendríamos fin de año
Si no fuera por España no tendríamos fin de año – la historia nos habla de que Roma había preparado la guerra contra los celtíberos – un pueblo de la actual provincia de Zaragoza – razón por la que el año termina el 31 de diciembre en vez del 14 de marzo.
El 31 de diciembre, día celebrado entre un año que acaba y otro que empieza, tiene su origen en un hecho sangriento: la guerra, que declaró la expansiva Roma contra los belos, la etnia celtíbera que dominaba la amplia extensión geográfica del nordeste peninsular que tenía un poderoso centro social y administrativo en Segeda —actual término municipal de Mara, en Zaragoza.
Años de convivir pacíficamente acabaron en guerra. Roma puso fin a la autonomía de los belos.
Dijo que habían roto los pactos y usó como argumento el hecho de que Segeda hubiera ampliado las murallas de la ciudad, lo que atentaba al pacto de paz firmado en el año 179 antes de Cristo.
Por lo tanto, 25 años después de aquel acuerdo, la paz se rompió y empezó la guerra.
Era el 154 antes de Cristo. Hasta entonces —y está es la razón por la cual la víspera de año nuevo caiga el 31 de diciembre— el año administrativo en Roma antigua acababa el 14 de marzo; y lo que hoy es el día de Año nuevo tocaba el 15 de marzo, día en que arrancaba el calendario y en la que elegían a los cónsules.
La guerra de Roma contra Segeda fue de una gran dimensión.
Y para dirigirla necesitaban un cónsul —en vez de ser un pretor, de rango inferior—. Roma decidió elaborar con rapidez, no esperando la fecha del 15 de marzo para terminar el proceso de elección de cónsules. Así que, para ahorrar tiempo, tomó la decisión rotunda de cambiar el calendario político-administrativo que regía hasta entonces, de forma que el primer día comenzó a ser el 1 de enero.
Aquello quedó para toda la posteridad. Fue origen del calendario occidental que llegó a nuestros días y, por tanto, origen de que la víspera de año nuevo tenga lugar el 31 de diciembre.
El Senado romano envió un ejército de 30.000 hombres para atacar Segeda, el doble de lo que habitual en los contingentes que llegaban a la Península.
Segeda era solo el principio, punta de lanza de una campaña bélica que sembraría de sangre las tierras de Hispania. Tras el arrasar esta ciudad celtíbera, los romanos fueron por Numancia.
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