Raíz de amargura – causas y solución en la biblia

Raíz de amargura – causas y solución en la biblia

20 Abr 2018 / ADM / IGLESIA Y MINISTERIO

La raíz de amargura se caracteriza por un espíritu implacable y actitudes generalmente negativas y críticas. La amargura no es un pecado en sí.

Pero si conlleva al resentimiento si lo es.


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Tal vez crece a partir de la pérdida literal de un ser querido o de un trabajo, o ingresos, o relación. A veces puede ser más sutil y crecer a partir de la pérdida de la reputación. O la pérdida de posición social o del control de un grupo. Cualquiera que sea la causa, la amargura surge generalmente de una injusticia o algo que perdimos.

Hebreos 12:15 nos advierte: «Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe. Y por ella muchos sean contaminados». Siempre debemos tener cuidado de no permitir que «las raíces amargas» crezcan en nuestros corazones.

Tales raíces hacen que no alcancemos la gracia de Dios.

Dios quiere que su pueblo viva en amor, alegría, paz, y santidad. No en amargura. Por lo tanto, el creyente siempre tiene que ver con diligencia, estar en guardia contra los peligros de la amargura.

La amargura en si no es pecado.

Lo que hagamos con la amargura se transforma en pecado. Contemplemos el caso de Noemí en el libro de Rut 1: 19-21. (1)

«Anduvieron, pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén. Y aconteció que habiendo entrado en Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y decían: ¿No es ésta Noemí?

Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara. Porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso.

Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías.

¿Por qué me llamaréis Noemí? Ya que Jehová ha dado testimonio contra mí y el Todopoderoso me ha afligido».

La palabra Mara significa amarga.

Es obvio que Noemi estaba muy amargada y no lo ocultaba. Lo que es interesante a destacar es que a pesar de que Noemí estaba muy frustrada el Señor tenía un plan detrás de las escenas. El plan de Dios era rescatar a Rut de un pueblo idólatra y ser de la línea de sangre del Salvador.

¿Cómo venció Noemí la raíz de amargura?

Tuvo paciencia y no dejó que el rencor llenara su corazón. Reconoció que a Dios no se le escapaba su situación y esperaba con paciencia. Su paciencia, amor y falta de egoísmo tuvo frutos.

La historia de Ana (1 Samuel 1:3-8) (2)

«Y todos los años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes de Jehová.

Y cuando llegaba el día en que Elcana ofrecía sacrificio, daba a Penina su mujer, a todos sus hijos y a todas sus hijas, a cada uno su parte.

Pero a Ana daba una parte escogida.

Porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos. Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos. Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía.

Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?». 1 Samuel 1: 9-11

Ana tenía un problema.

Ella tenía un marido que la quería, ella estaba provista, ella estaba sana. Pero ella no tenía hijos y se volvía loca. Debido a este intenso dolor, se presentó ante el Señor con su queja.

«Se levantó Ana después de que habían comido en Silo, y después de que habían bebido. Mientras el sacerdote Elí estaba sentado en el asiento junto a un pilar del templo del Señor. Y ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo. Señor de los ejércitos, si te dignas tomó sobre la aflicción de tu sierva, y me recuerdas, y no te olvidas de tu sierva, sino que das a tu sierva un hijo varón. Yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su la vida, y no pasaré navaja sobre su cabeza».

Aquí Ana ora a Dios, pero Elí no se dio cuenta de que ella oraba en la amargura de su alma.

Esta fue una oración a Dios. Ella estaba devastada en su corazón. Estaba frustrada. El Señor había cerrado el vientre de Ana y al hacer esto la había llevado al lugar donde estaba ahora. Esta oración no afligió a Dios; de hecho, él honró la oración.

Esta misma oración amarga produjo al profeta Samuel.

Dios escuchó la oración de esta mujer a pesar de que tenía amargura. ¿Por qué? Ella era honesta y sabía que Dios podía solucionar su falta de hijos. Ella le entregó a Dios el hijo que le pidió antes de tenerlo. Ella tenía fe. Podemos tener amargura, pero si no nos enojamos con Dios, él nos responderá.

Que nuestra frustración no haga crecer una raíz de amargura.

Más bien que crezca una raíz de fe en Dios. Cree que a Dios no se le escapa tu situación pero no lo culpes como si él fuera injusto. Cree en su bondad a pesar de lo que sufres. Los cristianos ahora tenemos al Consolador, el Espíritu Santo que nos ayuda a vencer la amargura dándonos gozo. Pidamos su guía, protección y consuelo.

Recursos externos:
(1) www.biblegateway.com
(2) www.biblegateway.com

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