Es todo pecado igual a los ojos de Dios

¿Es todo pecado igual a los ojos de Dios?

11 Nov 2013 / ADM / IGLESIA Y MINISTERIO

Un lector de este sitio me preguntó recientemente esta pregunta: ¿Es todo pecado igual a los ojos de Dios? Es una pregunta común y la respuesta es variada, y siempre un poco insatisfactoria: Esta es una respuesta de los «sí y no».

Hay un sentido en el que todo pecado es el mismo. Todo pecado es un acto de rebelión contra Dios. Cualquier pecado, no importa si se trata de un pensamiento enojado o asesinato abierto, es una declaración de la dependencia de Dios, un medio de decir: «Voy a hacerlo a mi manera en vez de a su manera.

Elijo mi voluntad y no su voluntad. «En ese sentido todo pecado es suficiente para justificar estar separado de Dios por siempre. Todos los pecados le traen tristeza a Dios y levanta su justicia. Dios odia el pecado, porque su naturaleza es contraria al pecado. Podemos decir que esto no procede de un Dios con arbitrariedad, sino un Dios que simplemente nos da los salarios debido a nuestra rebeldía.

A pesar de esto está bien decir que hay algunos pecados que son mayores que otros y esto debido a las consecuencias que produce. Consecuencias que son más significativas. En la descripción de Pablo del pecado en Romanos 1. Aquí vemos la progresión del pecado y rebelión, que progresan en el pecado que es cada vez más grave.

También vemos representada en las leyes del Antiguo Testamento que, por ejemplo, como consecuencia de robo no es tan grave como consecuencia del asesinato. Por los pecados sexuales por ejemplo existía diferentes penalidades, como el pagar una multa, y por otros el destierro etc.

Todos son pecado, pero cada uno son juzgados si son más graves o menos graves. Por supuesto que lo vemos hoy en día, así, que se refleja en nuestras leyes civiles y se refleja en nuestra crianza y disciplina de la iglesia y todas las otras áreas donde existen leyes.

¿Es son pecados iguales a los ojos de Dios? No y Sí. Todos los pecados nos separan de Dios. Pero algunos traen consecuencias a otros mayores.

Una palabra de precaución. El hecho de que algunos pecados son juzgados a ser más grave de lo que los demás nos permitan pensar que podemos hacer ciertos pecaditos porque son menos pecado que otros. El Espíritu Santo que vive en nosotros nos ayuda a no pecar, nunca tenemos porqué pecar. Y, como Spurgeon advierte, los grandes pecados comienzan con los pequeños pecados: ¡Oh! ¡Ojo! cuando el pecado comienza pequeñito.

Éstos son como cuando hay una pérdida de agua: primero transpira, y luego gotea, y después se ve una línea delgada, después un chorro, y por fin, una inundación, y una muralla se barre ante sí, un continente se ahogó. Tengan cuidado de pequeños comienzos, ya que conducen a empeorar».

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