Daniel Darling

5 Razones por las que no compartimos nuestra fe

29 Ago 2014 / ADM / IGLESIA Y MINISTERIO

Daniel Darling anuncia 5 Razones por las que no compartimos nuestra fe, él dice: “Seamos realistas, como cristianos, sabemos, que se supone que debemos compartir nuestra fe, pero… no lo hacemos”.

¿Cuál es el problema?

“En cuanto a mi propia vida… he encontrado cinco razones por las que no compartimos lo que creemos:

1) No compartimos nuestra fe porque no nos damos cuenta que tenemos una misión.

El seguir a Cristo es un mandato y la mayoría de las veces pensamos que es para especialistas.
El mundo apenas nota una diferencia entre el pueblo de Dios y el resto del mundo.
Estamos más preocupados con nuestro propio bienestar, nuestra propia supervivencia o el éxito, que volamos fuera de la misión de Dios.

2) No compartimos nuestra fe porque no entendemos nuestra misión.

Fallamos porque entendemos mal la misión.
Confundimos el método con el mensaje.
Ponemos más confianza en nuestras frases y versículos memorizados.
El método debe cambiar con el público.
Vendemos algo distinto que el evangelio.
Debemos confiar en el Espíritu Santo.
Debemos estar apasionados con el mensaje y Dios, y este se filtrará de nuestra vida a todos.
La buena noticia debe ser un estilo de vida.

3) No compartimos nuestra fe porque entendemos mal la misión del Espíritu Santo.

Los métodos de evangelización, aun siendo buenos y útiles y fructíferos, ponen énfasis en «cerrar el trato.»
No es la inteligencia de nuestros métodos que convierte un alma.
Es el Espíritu Santo el que hace el trabajo de regeneración en el corazón.
Debemos librarnos a nosotros mismos de la presión para «cerrar el trato».

4) No compartimos nuestra fe porque no entendemos lo que significa ser un amigo del mundo.

Por miedo de ser amigos del mundo evitamos a las personas.
Es difícil amar a la gente desde la distancia.
Es bastante difícil de obedecer la Gran Comisión si no estamos nunca expuestos a personas que no conocen a Jesús.

5) No compartimos nuestra fe, porque nos avergonzamos de nuestra identidad.

Hay un punto en el que la cruz de Cristo se convierte en un punto de conflicto.
A veces nos negamos a evangelizar para no ser rechazados por nuestro deseo de ser queridos por la gente.
No queremos ser mártires sociales. No queremos estar fuera de moda.
No queremos perder amistades y alienar a la gente importante.
Así que nos quedamos en silencio.
Pero la llamada del Evangelio es la llamada para venir a morir, la llamada a renunciar a nuestro prestigio, nuestro deseo de ser confirmados por el mundo.
Simplemente debemos amar a Jesús.
Valore la gracia ilimitada del evangelio».

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