José Ignacio es un milagro

Le dije a Dios: Déjalo crecer, déjame educarlo

28 Sep 2014 / ADM / IGLESIA Y MINISTERIO

José Ignacio moría con un corazón deforme, entonces le dije a Dios: Déjalo crecer, déjame educarlo, no lo podía ya ver así después de varios colapsos pulmonares, una malformación en los dos hemisferios cerebrales, extensas hemorragias…

Demasiado para un bebé de apenas unos meses.

Operado para arreglar una hernia en sus intestinos, su cuerpo se rindió, aunque esta vez los médicos consiguieron recuperarlo.

Lo peor vino semanas después:

Con una crisis definitiva, casi una hora sin latidos.

Y, de repente, cuando iban a comunicar la sentencia de muerte, el corazón del pequeño despertó y comenzó a danzar con la vida, ya para siempre.

Debido a esto, algunos le llaman el niño-milagro.

Y también porque los 7 médicos y las 2 enfermeras junto a otros 3 especialistas ajenos al caso certificaron ante las autoridades que no hay una explicación razonable para su curación.

José Ignacio es un milagro.

«Cuando no respondió a la reanimación, yo me preparé para afrontar su muerte», reconoce. Javier Ureta, su padre. «Yo no. Yo no tiré la toalla.

No puedo permitir que mi hijo se muera, me dije», recuerda Susana Wilson, su madre. «Y ganó ella.

Nos pusimos en manos de Dios y no dejamos de orar hasta que el niño se estabilizó.

Cada vez que lo hacíamos notábamos que el pequeño mejoraba.

José Ignacio ahora es un niño normal. “Pasa el día corriendo, haciendo travesuras…”

Esta es la historia de una familia católica que ha tenido fe en Dios provocado la reacción del Vaticano.

www.elmundo.es

¿Qué te parece?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *