
Se propuso superar a Dios
Martine Rothblatt, la mujer que vino del futuro – Ella por 40 años, fue hombre.
Hoy es la ejecutiva que está mejor pagada en Estados Unidos y aspira a tener la vida eterna gracias a la Inteligencia Artificial.
Martine Rothblatt siempre redobla sus apuestas si ve alguna posibilidad de perder.
Porque, según dice, cuando uno se empeña en arriesgar, ganar es casi seguro.
Acostumbrada a vencer los obstáculos sociales y económicos, sentimentales y biológicos – ahora, como triunfadora, se propuso superar a Dios.
Casi en los 60, es mujer sólo desde hace 20 años.
Se llama Martin y fue un chico judío crecido en un barrio obrero de San Diego (California). Su familia eran los únicos judíos en una zona llena de hispanos.
Lector compulsivo de ciencia ficción – abandonó la prestigiosa UCLA para ser un emprendedor aventurero – en todo momento fue consciente de que era “un ser diferente”, característica que le representó “muchas ventajas.”
En 1979 conoció en una discoteca a una chica afroamericana, Bina Aspen, y no descansó hasta conquistarla. Martin y Bina finalmente se casaron (ella se convirtió al judaísmo) y, con el paso del tiempo, tuvieron cuatro hijos.
Él trabajaba como abogado, con gran reputación y muy buen sueldo, sin embargo, no estaba dispuesto a pasar el resto de su vida entre el despacho y los juzgados.
Apetecía otro tipo de espacio. Pensó que si los mares y las tierras tenían ya reglas de explotación bien definidas, el espacio exterior, en cambio, tenía un potencial comercial que habría que aprovechar.
Eran los ochenta, Martin se esforzó por convertir la comunicación satelital en un gran negocio y encabezó importantes compañías del sector, GeoStar y PaAmSat, y ayudó a desarrollar la radio satelital con WorldSpace y Sirius. Pero su vida personal y profesional llevaría otra órbita.
Un día, Bina le confesó a Martin que se había enamorado de una mujer. “No sé por qué no había asumido hasta ahora, pero soy lesbiana”, le dijo. Martin no lo podía creer y, sobre todo, no podía resignarse a perder al amor de su vida. Recordó que, cuando era adolescente, había ocasiones en que deseaba ser una mujer. No le gustaban los hombres.
Quería tener el cuerpo de mujer y tener como pareja a una mujer. ¿Y si cambiaba de sexo? ¿Y si gracias a ello lograba reconquistar a Bina? Pero… ¿cómo lo tomarían sus hijos? ¿Y el resto de la familia? ¿Y sus amigos y conocidos?
Comenzó a tomar hormonas y a ir al psicoterapeuta y en 1994 realizó la operación de cambio de sexo.
Al comenzar a vestirse de mujer, vecinos dejaron de hablarle y sus hijos eran objeto de burlas en el colegio. No obstante, Martin, que ya era Martine, reconquistó una vez más el amor de Bina.
Pero los problemas vinieron y, al mismo tiempo, las oportunidades. Después de varias pruebas y análisis, los médicos le dijeron que su pequeña hija Jenesis padecía Hipertensión Pulmonar y que a la niña le quedaban tan sólo unos meses de vida, pues era una enfermedad incurable.
La impotencia que sentían se acrecentaba cuando a Jenesis le faltaba el aire, no podía caminar bien, los labios se le volvían azules y, en algunos momentos, no podía hablar.
¿Verdaderamente no había cura para esta enfermedad?
“Las farmacéuticas no les interesa porque es una enfermedad rara y, como no afecta a muchas personas, no hay negocio”, les explicó un doctor.
Martine Rothblatt usó todos sus recursos económicos y contactos para encontrar una cura.
Hizo propuestas de investigación y ofreció becas.
Fundó United Therapeutics, empresa biotecnológica centrada en la investigación, desarrollo y venta de medicamentos para personas con enfermedades crónicas, cardiovasculares y cáncer, en donde, afinan el modo de trasplantar órganos de cerdos a humanos.
Un grupo de expertos logró el control en la enfermedad de Jenesis con siete pastillas, pero la pequeña sufría desmayos. La estabilización llegó después, con una bombilla intravenosa que logra disminuir la presión arterial pulmonar y evita infecciones.
Jenesis tiene 30 años y trabaja en la empresa de su madre. Su enfermedad es todavía incurable, pero su esperanza de vida sigue aumentando.
Comenzó a interesarse por la Inteligencia Artificial que, desde su punto de vista, reside la clave para que los seres humanos prolonguemos nuestra vida de manera indefinida.
¿Qué tal si uno tuviera un robot a su imagen y semejanza, física y espiritual? ¿Quién dijo que las máquinas no pueden tener conciencia? En su Terasem Movement Foundation creó ya un robot “igual” a Bina. Se llama Bina48 y, después de muchas entrevistas a la Bina humana, ha adquirido varias de las “características espirituales”, según Martine.
Reconoce la voz de los familiares y amigos y “tiene sentimientos hacia ellos.”
Todavía falta mucho para llegar a ser como su esposa, pero cuando lo consiga, “Bina jamás morirá.
Quizá enterremos a la de carne y hueso, pero jamás al robot”, dice cuando explica su proyecto.
Terasem, promueve su propia religión “futurista” alentando “el respeto a la diversidad, sin sacrificar la unidad.”
Cree que el ser humano no es el límite, sino el punto de partida para ir por más. Dice su doctrina: “la vida tiene un propósito; la muerte es opcional – Dios es tecnológico – el amor es esencial.”
Por ahora tiene 50 seguidores (empleados suyos) y cuatro “templos” (residencias que se reúnen una vez al mes para meditar).
Las acciones de United Therapeutics subieron gracias a que recibió autorización para comercializar el nuevo medicamento contra Hipertensión Pulmonar en el que llevaban trabajando una década. El sueldo anual de la mujer a la que sus cuatro hijos siguen llamando papá y sus cuatro nietos le dicen GranMartine, pasó a 38 millones de dólares y se convirtió en la mujer mejor pagada en Estados Unidos (más que Marissa Mayer, de Yahoo!, que en el 2013 cobró 25 millones de dólares).
“No puedo decir que lo que conseguí es equivalente a lo que una mujer ha logrado, ya que en la mitad de mi vida yo fui varón”, dijo a New York Magazine. La multimillonaria, tiene casi 60 años y no piensa jubilarse. Porque aspira a tener vida eterna.
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