SUSCRIBETE AQUÍ
Para recibir "Palabras del Cielo", todos los días en tu email gratuitamente!
 

Compártelo:

Manual de sanidad Interior y Liberación. - Unidad # 2

Pr. Mario Tucci
Ensenanzas
Lo que Dios espera de sus hijos

      Algunas de las consecuencias del pecado son: vergüenza, culpa, desnudez, soledad, dolor y miedo. El hombre entonces instintivamente trata de solucionar por si mismo lo que siente y para eso, como en el caso de Adán y Eva se cose hojas de parra para tratar de tapar todos estos sentimientos que le han venido como consecuencia del pecado.

Gen 3:7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.

      >Al tratar de ‘tapar ‘estos sentimientos por si mismo le llamamos auto- justicia o justicia propia. Muchas religiones se han creado como consecuencia de este mecanismo originado en la carne de querer cubrir el pecado, esto lo han tratado de hacer a través de la realización de buenas obras para compensar el sentimiento de culpa, siendo Dios solo un agente externo que ve y pesa las acciones sumando supuestamente más las buenas y con esto se lograría tapar el pecado, pero esto no dice La Palabra de Dios Romanos 3:23 “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios…”

      También el hombre trata de llenar la ausencia de Dios ‘cubriéndose’ de diferentes cosas como religiosidad, filosofías erradas, hipocresía, trabajo excesivo, ó escapar en las drogas, el alcohol, los vicios, etc.

      En el versículo 8 nos dice que cuando el hombre escucha la Palabra de Dios tiene miedo. Su conciencia y la conciencia de sus descendientes saben que algo está mal en su ser. Es ahí cuando la culpa por la desobediencia le trae el miedo al castigo. La diferencia de temor y miedo estriba en que el temor a Dios es cuando el hombre reconoce la Majestad de Dios y Su señorío sobre todo lo creado y se somete voluntariamente a Su Palabra, este se tiene antes de pecar o cuando nuestro pecado ha sido redimido.

En cambio, se transforma en miedo cuando el hombre al pecar sabe que transgrede las leyes de Dios y siente la culpa y a veces la siente sin haber pecado de obras, siendo esto consecuencia del resultado de pecado inherente que trajo Adán a la humanidad.

Si bien lingüísticamente no se hace esta distinción, es correcto hacerla en el ámbito espiritual para entender la diferencia. El miedo viene como consecuencia de nuestra transgresión y es una degeneración del temor a Dios. Nunca fue el propósito de Dios que le temamos por ser un Dios que castiga.

Lo que La Palabra de Dios estableció es que si el hombre desobedecía le traería consecuencias acarreándole la muerte. Pero podemos ver la misericordia de Dios que no lo partió inmediatamente con un ‘rayo’ del cielo, sino que amorosamente lo cubrió de pieles de animales, dándole a entender que un inocente debía morir por el pecado, siendo este tipo del Cristo. Cuando el hombre es vestido por Dios pierde la vergüenza y el miedo al castigo porque sabe que otro murió por él.

      De la misma manera, tomando el mismo principio, el cristiano debe poner cada área de su vida bajo el señorío de Cristo. Esto es verdadera liberación. Muchas veces para poder hacerlo debemos saber qué áreas de nuestra vida sujetamos voluntariamente al dominio del diablo para poder renunciarlas específicamente para que en la práctica el diablo no pueda ejercer derechos para atarnos.

2 Co 4:2 Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios.

      Debemos entender que es Dios quien llama al hombre y no al revés, versículo 9. La solución para la caída del hombre viene de Dios, El es el que lo llama y quien se acerca a él, el que lo busca y el que le hace ver en qué posición se encuentra. Dándole la oportunidad de confesar sus pecados, sus miedos, su culpa y su vergüenza. El diablo trata de revertir la llamada de Dios tratando de cegar su entendimiento

2 Co 4:4 en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.

      El diablo impulsa la ceguera del hombre a través de diferentes distracciones, que también son apelaciones a su carne como lo fue en el caso de Adán. Envía espíritus mentirosos para impulsar el miedo, el dolor, la creencia de falsas religiones, las preocupaciones, la insensibilidad, la extrema sensibilidad a los sentimientos, etc.

Trata de hacer que el ser humano confíe en sus propios méritos para agradar a Dios y hace todo lo que puede para apartarlo de le fe que lo salvaría. También propicia que el hombre traspase la culpa a otros y no reconozca su responsabilidad alejándolo del arrepentimiento.

Es el caso que vimos en Adán, Gen 3:12 Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.

Gen 3:13 Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.

Gen 3:14 Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.

Adán traspasa la culpa a Eva y Eva se la echa a la serpiente.