Compártelo:
Introducción:
Cuando el Señor Jesucristo declaraba la tan comentada "comisión" (Mt. 28) a sus discípulos, les ordenó que fueran "por todo el mundo" pero no solo llevando su Palabra. Había una tarea más ardua y especifica todavía:
"...Y haced discípulos..." (vs. 19).
Lo que ellos mismos llegaron a ser a partir del tiempo en que conocieron al Señor y hasta la muerte misma, obedecía no al hecho de haber escuchado con atención una hermosa alocución o proclamación por parte de Jesús, sino como resultado de un verdadero "reclutamiento".
Jesús se propuso formar hombre; hacer discípulos, sabiendo que eso representaba una tarea costosa y continua.
Si hay una palabra ideal para resaltar ese discipulado personal que realizó el Señor es: Transferencia, porque El se dedicó a cambiar la vida de otros. Los tomó, liberó y transfirió los verdaderos "valores" espirituales que no poseían.
Les enseñó a vivir con una nueva mentalidad, demostrándoles que se puede sufrir y sonreír al mismo tiempo. Se puede vivir sin afanarse; se puede resistir a la tentación; se puede amar al que aborrece; se puede devolver bien por mal; se puede perdonar; etc.