Sanando la Tierra

1 hora de música con Marcela Gándara

31 octubre, 2013 / adm / Alabanzas

1 hora de música con Marcela Gándara

¿Qué significa glorificar a Dios?. «Glorificar» a Dios significa darle gloria a él. La palabra gloria en relación con Dios en el Antiguo Testamento lleva consigo la idea de la grandeza de esplendor.

En el nuevo testamento, la palabra traducida como «Gloria» significa dignidad, honor, alabanza y adoración.

Poniendo las los dos juntas, nos encontramos con que glorificar a Dios significa reconocer su grandeza, darle el homenaje alabándolo y adorándolo, principalmente porque él y solo él merece ser alabado, honrado y adorado.

La Gloria de Dios es la esencia de su naturaleza, y damos gloria a él al reconocer esa esencia.

La pregunta que viene a la mente es si Dios tiene toda la gloria, entonces, ¿cómo «le damos» Gloria? ¿Cómo podemos dar a Dios de algo que es suyo en primer lugar?

La clave se encuentra en 1 Crónicas 16:28-29, «dad a Jehová, oh familias de Naciones, dad a Jehová gloria y fuerza, dad a Jehová la gloria debida a su nombre.

Traer una ofrenda y venir ante él; Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad». En este verso vemos dos acciones por nuestra parte que componen la acción de glorificar a Dios.

En primer lugar, debemos «atribuir» o dar gloria a él porque es debido. Nadie merece la alabanza y la adoración que a él damos al glorificarle.

Isaías 42:8 lo confirma: “¡Yo soy el Señor; ese es mi nombre! No daré mi gloria a otro o mi alabanza a ídolos.» En segundo lugar, debemos «traer una ofrenda» a Dios como parte de la adoración que le glorifica. ¿Cuál es la ofrenda de traemos a Dios al glorificarle?

La ofrenda que traemos a Dios cuando venimos delante de él en la hermosura o belleza de la santidad implica acuerdo, obediencia, sumisión y recordando sus atributos o ensalzándolos.

Glorificar a Dios comienza con estar de acuerdo con todo lo que dice, sobre todo acerca de sí mismo.

En Isaías Jehová, Dios declara, «yo soy el Señor Dios. Creé los cielos como una tienda abierta por encima. Hice la tierra y todo lo que crece en ella. Yo soy la fuente de vida para todos los que viven en esta tierra, así que escucha lo que digo”.

Debido a que él es, Santo y perfecto y verdadero, sus proclamas y Estatutos son Santos, perfectos y verdaderos (Salmo 19:7) y lo glorificamos por escucharlos y estar de acuerdo con ellos.

La palabra de Dios, la Biblia es su palabra para nosotros, todo lo que necesitamos para la vida en él. Escuchar y estar de acuerdo con ella, sin embargo, no es glorificarle a menos que también nos sometamos a ella y obedezcamos a sus mandatos contenidos en su palabra.

«Pero desde la eternidad hasta la eternidad es el amor del Señor con los que temen a él y su justicia con los hijos de sus hijos, con los que mantienen su pacto y lo recuerdan obedeciendo a sus preceptos» (Salmo 103:17-18).

Jesús reitera la idea de que glorificar y amar a Dios son uno y lo mismo en Juan 14:15: «Si me amas, obedecerás lo que os mando.»

Glorificar a Dios es recordar sus atributos y sus obras. Esteban, en su último sermón antes de que él fuera asesinado por su fe, relata la historia de los tratos de Dios con Israel desde el momento en que Abraham dejó su país obedeciendo el mandato de Dios, hasta la venida de Cristo, “El Justo” que Israel traicionó y asesinó.

Cuando decimos de la obra de Dios en nuestras vidas, cómo nos salvó del pecado y las obras maravillosas que hace en nuestros corazones y nuestras mentes cada día, nosotros lo glorificamos antes otros. Aunque otros no siempre quieren escuchar nuestra glorificación a Dios, él se complace más en esto. La multitud que oyó a Esteban odiaba lo que él dijo, cubriendo sus orejas y corriendo a él para apedrearlo. «Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró al cielo y vio la gloria de Dios, y Jesús de pie a la diestra de Dios» (hechos 7:55).

Glorificar a Dios es a exaltar sus atributos: su santidad, fidelidad, misericordia, gracia, amor, majestad, soberanía, poder y omnisciencia, por nombrar algunos — recordarlo una y otra vez en nuestras mentes y contarles a otros acerca de la singular naturaleza de la salvación que sólo él ofrece, es darle gloria.

Marcela Gándara nos bendice con su voz y como instrumento del Señor en la adoración con temas como:

“Supe que me amabas”,
“Más allá de todo”,
“A ti sea la gloria”,
“Como Rio en Primavera”,
“Lugar de Intimidad”,
“Quiero Estar”,
“Mi Paraíso”,
“Pensaba en ti”,
“Guía nuestro Camino”,
“Cristo eres Tú”,
“Tú estás aquí”,
“Más que un anhelo”,
“Dame tus ojos”,
“Tu Palabra”,
Un viaje largo y más…

 
 

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